Cine en Casa

El Sonido del Fotograma

Togas y Cine

Paisajes de Cine

Código de Vestuario

Cartelera febrero 2024

Cartelera febrero 2024
Cartelera febrero 2024

Una Alejandría muy bien inventada

Desde no quedan cines de verano queremos alabar el gran trabajo de la película Ágora (2009) de Alejandro Amenábar en la reconstrucción y ambientación de la ciudad de Alejandría del antiguo Egipto, y os invitamos a volver a ver la película con ojos de arqueólogos, sabiendo y conociendo las bases históricas y patrimoniales en las que se basa la película.

De la mano de Guy Dyas, el diseño de producción y la dirección artística de la película están muy bien trabajados, sin dejar de tener presente que se trata de una película y que la ficción siempre está en las imágenes. El equipo a cargo de la ambientación histórica del film ha realizado una labor espectacular a la hora de recrear la antigua Alejandría, cogiendo restos patrimoniales de "aquí y de allá" consiguen trasladarnos al siglo IV d.C, a una ciudad que está jugando a los malabares con tres religiones diferentes: la helenística o pagana, la judía y el cristianismo con un auge imparable. 
Alejandro Amenábar dirigiendo a la actriz Rachel Weisz que interpreta a la filósofa Hipatia.
Para comprender este picoteo de elementos históricos nos tenemos que poner en la piel de los arqueólogos, historiadores y arquitectos que estudian el patrimonio desaparecido de nuestro planeta. Para que la sociedad entienda la importancia de la conservación el patrimonio de la humanidad tiene que comprender, a su vez, la cultura de nuestros antepasados y aprender a valorarla, tarea imposible si no se conoce el contexto histórico, social, urbano y arquitectónico en el que vivían. Pero, ¿como enseñar el marco edificatorio de un acontecimiento histórico, si sólo se pueden contemplar los cimientos de un edificio? A ojos de un "inexperto" sólo se podrán observar unas rocas tiradas en el suelo que pronto podrían pasar a un segundo plano a la hora de protegerlo y conservarlo porque, no lo olvidemos, todo conlleva un desembolso monetario. Para facilitar esta tarea y con la tecnología con la que se cuenta actualmente, se utilizan reconstrucciones hipotéticas arquitectónicas que reproducen un posible edificio que se levantó tiempo atrás. Dichas reconstrucciones tienen que basarse en documentos históricos y restos arqueológicos sometidos a una escala de veracidad, es decir, que no es lo mismo que se encuentre un plano datado y bien documentado que la descripción que se ha podido encontrar en un poema fantástico. Sin embargo, cuando se realizan las hipótesis reconstructivas hay ciertas licencias permitidas: Si no se conoce un sector del edificio que se pretende reconstruir hipotéticamente y, en otra parte del mundo y con características similares, existe un edificio bien conservado, es lícito tomar como ejemplo la segunda construcción para continuar con la ambientación arquitectónica, eso sí, todo ello tiene que estar advertido y documentado para no engañar al usuario que verá el resultado final.

Una vez que conocemos la metodología de trabajo y los criterios generales para ambientar una época histórica a ojos del espectador, podemos adentrarnos en la ciudad de Alejandría del siglo IV d.C con un espíritu crítico muy optimista, porque el trabajo que realizó el equipo de dirección artística de Ágora fue admirable.

La ciudad de Alejandría fue fundada en el año 332 a.C. por el emperador que le dio el nombre, Alejandro Magno, en el delta del río Nilo sobre la antigua ciudad de Rakotis. La ciudad seguiría el trazo hipodámico de calles perpendiculares entre sí que formarían cuadras, con una calle mayor de 30m de ancho y 6km de largo que desembocaba a una plaza central. Debido a la relación que tenían los egipcios con la cultura helenística, cuando los romanos invadieron su territorio todos los ciudadanos eran bilingües y compartían costumbres, salvo en el arte y la arquitectura que eran propiamente egipcios. Estos son los grandes gestos urbanísticos que se conocen de la primitiva ciudad, y por supuesto, son las principales características que se muestran en la película mediante una una vista de pájaro que recorre una gran vía que desemboca en una espacio abierto, llamado anteriormente "plaza" pero, en el momento histórico en el que nos encontramos, se trataría de un ágora de arquitectura romana. Nos muestra la dualidad de dos grandes culturas que marcan la historia del lugar, la egipcia que durante años a dominado el río Nilo y la cultura romana que como imperio, homogeneizaba todos sus territorios e implantaba su arquitectura.
Fotograma de la vista aérea de Alejandría en la película Ágora (2009).

Aunque el origen del ágora es griego, durante la primera época del Imperio Romano se confunden los límites entre el ágora griego y el foro romano, en el cual el primero de ellos es una reserva urbanística para el comercio, reuniones sociales y debates culturales que evolucionó, con el tiempo, en el foro romano, un gesto político que demostraba el poder del soberano ofreciendo un espacio de su ciudad a su pueblo. Durante la película Ágora, el ágora se encuentra en esta primera etapa, un espacio abierto flanqueado por dos edificios porticados llamados stoas que protegían de las inclemencias del tiempo. A su vez, al ser el punto más importante de la ciudad, se construían altares a los dioses, esculturas aisladas para que pudieran ser contempladas desde todos los puntos, edificios administrativos y por último, al ser donde se concentraba toda la actividad social, era el lugar de debate filosófico, religioso, político y moral para todos los ciudadanos.
Escenas en el ágora de la película de Ágora de Alejandro Amenábar.
Tras visitar el ágora pasamos al teatro de la ciudad, y esta vez vemos una gran similitud con el teatro romano de Mérida construido en España en el año 15-16 a.C. Vemos unas gradas de piedra medio cubiertas por unos toldos, un espacio circular llamado orchesta donde normalmente se colocaba el coro y detrás, la scanea o escena peraltada por unos escalones y acotada con una fachada trasera que servía de decorado y evitaba que los espectadores se distrajeran con el paisaje de atrás. Es en esa scanea donde le hacen una declaración de amor a nuestra protagonista Hipatia. Un dato curioso ¿os acordáis de cómo rechaza a su pupilo? Pues es completamente cierta, la filósofa entregó un pañuelo manchado de la sangre de su periodo para demostrar que los humanos no pueden ser seres perfectos como los dioses. Sin embargo, al contrario de lo que cuenta la película, la erudita no se mantuvo soltera, según la Suda se casó con otro filósofo llamado Isodoro manteniendo hasta su muerte su virginidad por ser ascética (vertiente religiosa de la persona que dedica su vida a la filosofía y al estudio para renunciar a los placeres materiales y carnales). Dicho gesto la ha convertido en un símbolo de mujer liberada, desde el ámbito moral hasta el sexual para muchos colectivos feministas.
A la izquierda una escena de Ágora (2009) y a la derecha una recreación hipotética de cómo era el teatro romano de Mérida en España de esta página
No todo van a ser alabanzas para la cinta de Amenábar, entramos en la casa de Hipatia y nos encontramos la típica domus romana gobernada por un patio llamado atrium y, en su centro, el compluvium y el implivium. El primero de ellos era la abertura en el techo para ventilar las estancias colindantes y el segundo, era un estanque que almacenaba el agua de lluvia y refrescaba el ambiente. Alrededor del implivium encontramos el perystilum, un jardin con una serie de columnas que formaban un pasillo alrededor del cual, se organizaban las demás estancias de la vivienda como el tablinum, estancia para los negocios del patersfamilias; los cubículos, habitaciones para el descanso o el triclinium, habitación donde se realizaban las tres comidas diarias y donde la película mete la pata: Nos muestra una escena donde el padre de Hipatia debate sobre la posibilidad de casar a su hija en el atrium y no en el triclinium. Incluso comenten la osadía de poner a uno de los comensales con los pies a remojo en el implivium... una licencia muy poco acertada cuando el agua del estanque abastecía a toda la vivienda y el protocolo sobre la posición de los comensales era muy estricto, según la clase social a la que pertenecieras tenías que comer en una determinada postura, cuanto más recostado mayor era tu reputación.
Escenas de la casa de Hipatia en la película Ágora (2009).

Y pasamos al grosso de la ambientación de la película: El serapeum de Alejandría construido  posiblemente en el año 300 a.C por Ptolomeo I de Sóter. Para comenzar a analizar la estética patrimonial de la película y la biblioteca hay que aclarar un aspecto fundamental: No se trata de la afamada Biblioteca de Alejandría conocida en el mundo entero por la recopilación de obras de todo índole y sus centenares de salas dedicadas al estudio, sino que se trata de la biblioteca "hija" ubicada en el sarapeum, el templo dedicado al dios Serapis. La cinta ha sido muy criticada por este motivo, ya que los espectadores han supuesto que se trataba de la Antigua Biblioteca de Alejandría ubicada en el Museum y en el barrio del Bruchion, devastada primero por un gran incendio cuando las tropas del César tomaron la ciudad en el 46 a.C. y completamente destruida tras un terremoto en el año 365 d.C que arrasó el 20% de la urbe. De manera muy velada los diálogos de los protagonistas nos dan una pista cuando dicen -Su obra se perdió en el incendio de la biblioteca madre- 
Obras de los decorados utilizados en la película Ágora de Alejandro Amenábar.
Una vez aclarado este polémico aspecto podemos pasar a estudiar el templo. En el ámbito religioso el templo era una de los edificios más importantes porque estaba dedicado al dios Serapis "señor tutelar de Alejandría", la cual era una divinidad creada a partir de otras cuatro para aunar a la población conquistada y a la conquistadora. Con las figuras egipcias de Osiris y Apis unidas a las divinidades griegas Zeus y Hades consiguieron un dios que simbolizaba la fertilidad de la tierra. Actualmente, al igual que ha pasado con otros hitos arquitectónicos de Alejandría, no se conserva el edificio pero podemos conocer algunas de sus características principales gracias a los estudios arqueológicos y al artículo El sarapeo o sarapeum: Templo, biblioteca y centro de investigaciones de Fernández Abad que se publicó en 2007.

La primera referencia del lugar en el que se ubicaba el templo a Serapis la encontramos en un pequeño periodo de tiempo de apenas 20 años, entre el 98 y el 117 d.C. con un  templo que fue destruido a manos de los judíos durante unas revueltas sociales. El mismo año de su destrucción el Emperador Adriano reconstruyó el templo y le añadió una escultura del toro Apis. En principio se sospecha que el templo primigenio y la reconstrucción posterior tenían la misma distribución y las mismas dimensiones de 173,7 x 76 metros con un gran patio central y dos templos, uno dedicado a Serapis y otro a Isis. Para acceder al patio había que atravesar 3 pórticos.
Restos arqueológicos del Sarapeum de Alejandría.
Con el tiempo sufrió una ampliación y llegó a alcanzar 185 x 92 metros y se levantaron columnas, obeliscos y otros edificios dedicados a deidades y animales sagrados. Los viajeros que han escrito y descrito el templo cuentan que había hasta 20 habitaciones pequeñas separadas por columnas de mármol que volcaban a un corredor. Se cree que las habitaciones servían para almacenar libros de materias similares mientras que el estudio y la lectura se realizaba en el pórtico, normalmente de pie o paseando. Las paredes de las estancias estaban cubiertas por láminas de marfil, plata y bronce mientras que el suelo y los muros principales eran de mármol. El sarapeo se enclavaba a 70 metros de altura y contaba con 3 accesos: norte, sur y este. El acceso principal debía de realizarse por el lado este, a través de una escalinata de mármol con 200 peldaños. En esa misma entrada se encontraba una estatua de 10 metros al dios Serapis, con su particular corona en forma de maceta. 
A la izquierda el diseño de los decorados del sarapeum para Ágora. A la derecha el resultado final.
Basado en los escasos datos que se conocen del templo, sabiendo que había un estilo egipcio predominante en la arquitectura monumental y con referencias de otros monumentos históricos que han llegado en pie hasta nuestros días, el equipo de dirección artística diseñó un sarapeum para la película Ágora. Una gran escalinata flanqueada por pilonos egipcios nos dan paso al templo principal de Serapis, que sigue los cánones generales de los templos romanos y se ayuda de los restos arqueológicos que se hallan en la ciudad: restos de las basas de las columnas y sobre todo, ornamentación escultural de ídolos de oriente como esfinges. Una vez que se sobrepasa el templo al dios híbrido entre ambas culturas se llega a la biblioteca matriz de la Antigua Biblioteca de Alejandría, con una planta cuadrada y un círculo inscrito en su interior coronado por un óculo que facilitara la entrada de luz para la lectura de documentos. 
A la derecha el diseño de los decorados de la biblioteca "hija" de la película Ágora. A la derecha escena del film.
La entrada del edificio se haría mediante una escalera lateral por ambos lados que terminaría en un peristilo de cariátides (columnas en forma de mujeres). El diseño específico del edificio de la biblioteca está claramente inspirados en dibujos artísticos como el que hizo Herman Goll en 1876 sobre el incendio de la Antigua Biblioteca de Alejandría que, aunque se tratara de un edificio completamente diferente al sarapeum y que desapareció muchos años antes, suponemos que tendrían las mismas características arquitectónicas básicas porque, en primer lugar, la técnica constructiva no permitía grandes diferencias en la estructura de las construcciones y  en segundo lugar porque, al ser un edificio servidor de la famosa "biblioteca madre" tendrían analogías en la disposición de las salas y el carácter monumental del conjunto patrimonial. Una simple objeción a la reconstrucción de la película son las cubiertas inclinadas, ya que si se trataba de un edificio del 300 a.C hubiesen predominado más las cubiertas planas que las cubiertas inclinadas porque el sometimiento de la arquitectura egipcia a la romana fue mucho después.
Dibujo de Herman Goll en 1876 del gran incendio de Alejandría.
Para terminar tenemos la sala donde impartía clases Hipatia, esta vez fuera del conjunto a la deidad Serapis y con un estilo egipcio muy fuerte que se nota sobre todo en el techo plano de piedra y las columnas palmiformes. A pesar de que la intención de Guy Dyas es alejarse del mito de la Antigua Biblioteca de Alejandría, sus influencias son claras: las reconstrucciones hipotéticas que durante años se han realizado de las salas de estudio del Museum de Alejandría. Debajo podemos ver cómo el diseño del equipo artístico de Ágora (2009) coge una de las recreaciones de la Biblioteca de Alejandría con una iluminación cenital lateral, la puerta de celosía en madera y la decoración de frisos y jeroglíficos egipcios. Una pequeña diferencia puede apreciarse en los podios y gradas que utilizan los pupilos, inspirados sobre todo en la forma de impartir clases de la academia platónica, lo que nos permite volver a apreciar la fusión de culturas.
A la izquierda el diseño de los decorados de la clase de Hipatia en la película Ágora. A la derecha una recreación hipotética de las salas de estudio de la Antigua Biblioteca de Alejandría.
Para finalizar podemos recopilar dos ideas básicas, que el equipo de dirección artística de Guy Dyas realizó un trabajo fantástico a la hora de ambientar la película y que, al tratarse de una cinta con un tiempo y dinero limitado, es imposible recrear toda una ciudad con total veracidad. Lo lógico es que no haya fallos ambientales grandes y que los decorados se basen en estudios históricos fiables, edificios similares de la antigüedad y análogías arquitectónicas fáciles de detectar, tal y como realiza Ágora. Por último hay que insistir en la idea de que sigue siendo una película, que nada de lo que muestra es 100% real pero que sirve para llevarnos a una época pasada, con una ambientación lo más histórica posible y que no pretende engañar al espectador, sólo sacarlo del siglo XXI.


Leave a Reply