Parada en el infierno: Especial halloween 2017
Parada en el Infierno, la película del director Víctor Matellano, es la película que se nos presenta para este Halloween de 2017.
El último espagueti western español relata la historia de una pequeña posada en mitad del oeste que suele recibir las visitas de viajeros en busca de agua, comida caliente y una cama que les haga recuperar fuerzas para seguir con su travesía. A pesar de la decadencia que está sufriendo en los últimos años por culpa del ferrocarril, la posada de nuestros protagonistas va a acoger a la gran diligencia de oro del país cuando, días antes, se presentan unos bandidos muy sádicos que pretenden hacerse con el botín ¿Lo conseguirán?
Es cierto que a la película no le faltan las escenas violentas y los disparos cruzados pero, en este artículo, nos vamos a centrar en la singular práctica del personaje de Red, el matón particular de El Coronel. Durante toda la película podemos observar como Red se dedica a cortar las orejas de todas las víctimas. ¿Por qué?
A pesar de que las historias del antiguo oeste siempre han relatado las atrocidades de los apaches hacia los invasores anglosajones con torturas como cortar las cabelleras, arrancar los dientes o mutilas los dedos, los soldados norteamericanos no se quedaban atrás. Para demostrar que habían apresado o matado a los indios en busca y captura y así cobrar la recompensa, los cazarecompensas lanzaban a la mesa del sheriff los despojos humanos de sus víctimas. Aunque tenían libertad para demostrar su "azaña" de cualquier modo, la práctica más habitual era cortar los genitales o las orejas de las víctimas. De ahí que Red estuviera tan obsesionado con sus trofeos, más orejas más dinero.
Y os preguntaréis, ¿por qué corta las orejas de sus víctimas blancas e inocentes? Bien, porque una oreja putrefacta al final, ni se distingue el color de la piel ni el sheriff las iba a contemplar mucho tiempo. Al final lo importante era tener las pruebas de haber matado a una persona. De hecho, la práctica de las orejas era tan habitual que llegaba a ser un honor recibirlas como presente. Una de las anécdotas más famosa de la historia del medio oeste es la del militar John Gregory, quien recibió la cabellera y los pabellones auditivos de un indio por los servicios prestados durante su primer año en Arizona.