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Cartelera febrero 2024

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Los extraños 2: Cacería nocturna

¿Tamara está en casa?

Los Extraños (2018) acaba de sacar su secuela, siguiendo la misma fórmula de su predecesora. Un grupo de gente buena se enfrenta a tres pirados con máscaras y armados con cuchillos, recreando un "basado en hechos reales" acontecido hace unos cuantos años en EEUU.

En esta entrega volvemos a la fórmula del slasher más clásico y costumbrista: familia aislada en un entorno hostil cometiendo errores garrafales (regla nº 1: no separarse. Regla nº 2: si tienes a tiro al malo, cárgatelo. Regla nº 3: Remátalo), y unos malos que matan por los loles y que vienen con un portal tridimensional y un GPS incorporado para encontrar a los protas, estén donde estén.

En el guion nos encontramos de nuevo a Bryan Bertino (guionista y director de la primera) y a Ben Ketai (guionista) bajo la batuta de Johannes Roberts, que pese a no tener una filmografía destacable y una historia genérica a más no poder, aprovecha bien lo que tiene.

El modus operandi es el siguiente: la chica de la máscara se acerca a una casa aislada, llama a la puerta y pregunta por una tal Tamara. Cuando los inquilinos (en este caso, tío Marvin y señora) la mandan a tomar por saco, empieza la matanza. Cortamos para introducir a la familia americana blanca rica del montón: mamá Cindy (Christina Hendricks), papá Mike (Martin Henderson), hermanito Luke (Lewis Pullman) y hermanita Kinsey (Bailee Madison). Van a meter interna a Kinsey por mal comportamiento en un internado, así que deciden pasar unos días en el párking de caravanas donde vive tío Marvin. La chica llama preguntando por Tamara y... Ya sabéis el resto.

Pese a todo, la cinta tiene ciertos puntos rescatables.

La trama va directamente al grano: dura la hora y media de rigor, con una escabechina inicial de 5 minutos, una presentación familiar de 10 y el resto, pura acción, manteniendo el ritmo hasta el final. La elección de la familia como eje de la historia en vez de un puñado de adolescentes treinteañeros resulta acertada. Los padres caen bien, el chaval tiene una escena inicial que lo hace parecer un poco imbécil pero resulta que engaña porque es tipo decente, y Madison rescata a la chavala cliché problemática, consiguiendo ganarse tu corazoncito a fuerza de correr, llorar y todas las putadas que le hacen. Hasta el punto de que quieras que ganen, cosa rara en el género (cuando lo normal es que los protas caigan fatal y quieras que llegue Jason y los destripe de arriba abajo). No racanea con la sangre y el gore, pero la imagen tampoco se recrea con ellos. La fotografía y dirección es más que competente. El lugar elegido (un párking turístico de caravanas en temporada baja) da el suficiente mal rollo de por sí, pero imagínatelo de noche con tres psicópatas que aparecen y desaparecen mágicamente. 
Y por último, un sorprendentemente sólido trabajo actoral. Hendricks está criminalmente infrausada, pero Henderson te parte el alma, uno aplaude los bateos de Pullman y Madison resulta creíble pero no cargante y mola con una escopeta.

Añádase un particular uso de los hits musicales de los 80-90 y tienes un slasher con el que pasar una buena tarde palomitera. Nunca volveré a escuchar Total Eclipse of the Heart de la misma forma.




PD: Pregunta a los lectores: ¿qué pasaría si alguien respondiera "sí, Tamara está aquí, ahora le digo que salga"?

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