Mary y la Flor de La Bruja (2018): lo británico trasciende a lo oriental
Mary y la Flor de la Bruja (2018) es el primer largometraje que nos presenta el estudio Ponoc, fundado por uno de los que en su día formaban parte del equipo del prestigioso estudio Ghibli, Hiromasa Yonebayashi.
El largometraje se basa en la obra de la autora inglesa Mary Stewart, en su novela infantil The Little Broomstick, escrita en 1971.
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La cinta se orienta a un público infantil, así como la novela. Esto no quiere decir que los adultos no la podamos disfrutar por igual; en mi caso, debo decir que es un festín visual y una auténtica maravilla de la animación, que genera su universo personal.
Entrando en antecedentes, Yonebayashi viene dibujando en Ghibli desde hace la nada despreciable cifra de veinte años. Indudablemente, vemos en esta pieza el mismo estilo de dibujo de cintas como El viaje de Chihiro o El Castillo Ambulante. La viveza y riqueza de la animación vista en ellas no es menor en esta primera entrega de su estudio.
Esta cinta es sumamente imaginativa. A pesar de compartir origen en 'lo británico' con otras películas de escuelas de brujos (véase la saga Harry Potter), los recursos y el lenguaje que se utilizan son muy personales y únicos.
El estilo del mundo real, la villa de Redmanor, donde se encuadra el comienzo de la cinta, es eminentemente británico: la tía abuela Charlotte y la señora Banks se encuentran tomando el té en un casa con decoración de tresillos, sofás orejeros, chimenea, rincón para bordar con el bastidor y el costurero... Esta imagen me parece particularmente deliciosa:
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El mundo vegetal también es muy importante aquí: el jardinero Zebedee, aunque de escasas palabras, es el que mantiene la espléndida flora del hogar, un jardín plagado de bellísimas flores de variopintas formas. Redmanor es un lugar absolutamente bucólico, de ensueño, donde el campo se prolonga hasta más allá de lo que la vista puede alcanzar.
Mary Smith se nos muestra como una niña particular: de pelo rebelde y rojizo, es algo torpe aunque voluntariosa, siempre intentando ayudar, siempre intentando adaptarse, ya que se acaba de mudar. Su vestimenta es práctica y sencilla, diría que bastante actual. Lleva una minifalda con leotardos o calzas, combinados con jerseys de punto y calzado cómodo, pudiendo ser o zapatillas o mocasines. En algunas otras ocasiones lleva sudaderas o incluso un característico abrigo rojo, de corte recto, presumiblemente de lana. Pero sin duda, el elemento estilístico que más define a Mary es su bolso: se trata de un bolso tipo doctor:
Se trata de un bolso que usaban los médicos en la era eduardiana, que se dio en Reino Unido desde el 1901 hacia el 1910. Se realizaba en piel y era un bolso de gran calidad y empaque, puesto que debía cargar muchas herramientas y poder aguantar el trasiego de ir y venir. Este bolso ha llegado hasta nuestros días y se hizo sumamente popular en la década de 1940 a 1950, reinterpretado para mujer.
El otro protagonista de la historia, Peter, un niño de Redmanor, de cabello rubio, ojos azules y cuya vestimenta nos da un cierto aire travieso: lleva la gorra roja hacia atrás, pantalones verde khaki, botas acordonadas de piel y, otra vez, su signo estilístico más significativo: la cazadora bomber. Además, sobre esa bicicleta, no he podido evitar acordarme de la estética mod que clamaba la ya mítica Quadrophenia, símbolo británico donde los haya:
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En mi opinión, en los pantalones kakhi de Peter encontramos la referencia a la parka de la película, prenda de abrigo que se convierte en símbolo identitario de los mods, y que se sigue utilizando hoy día tanto para hombres como para mujeres.
La bomber es una cazadora de origen estadounidense, creada para el uso de los pilotos que debían soportar bajísimas temperaturas en las avionetas, pero que acabaron adoptando los skinheads británicos en los años 60 como prenda que identificaba su tribu urbana. Pero hoy día, las bombers se han reinterpretado de muy diversas maneras, usadas por varios colectivos indistintamente. Estas referencias pueden ser deliberadas o no, pero está claro que Ponoc ha hecho sus deberes intentando mostrarnos personajes eminentemente británicos. Visualmente nos transmite mucha coherencia.
Uno de los aspectos más interesantes de la película, a nivel argumental (y desconozco si esto es así en el libro original), la magia es, en parte, ciencia; y la ciencia es, en parte, la magia. Esto queda representado en los dos personajes antagónicos: Madame Mumblechook y Doctor Dee.
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Madame representa la magia. A través del agua, es capaz de transportarse, prolongar extremidades de sí misma, darle forma a ésta para que se transforme en criaturas, entre otras habilidades. El color morado la caracteriza, como suele suceder con los personajes que se consideran malos. No he podido evitar pensar en Madame como el resultado de mezclar a Lady Tremaine de Disney con Yubaba de El viaje de Chihiro:
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El origen de el cuento de La Cenicienta, aunque no es claro, se considera eurásico, basándose la versión de Disney según el cuento de Perrault. Aquí seguimos teniendo conexión con la atmósfera que se nos desea transmitir. Y además, se hace referencia a su distintivo trazo en Ghibli.
El doctor, en cambio, es la ciencia. Es un prestigioso investigador en el campo de la química, y ha dedicado muchísimo tiempo a encontrar el punto de encuentro entre lo mágico y lo químico. Está caracterizado como tal: bata blanca, se mueve ayudándose de sofisticadas máquinas, parte de su cerebro está compuesto de chips, sus gafas pequeñas y oscuras denotan su carácter antagónico... El vestuario nos da muchísimas pistas de cómo se desenvuelve el personaje.
El universo de Endor es alternativo al de Redmanor: arquitecturas imposibles, donde la naturaleza, fauna y flora trasciende de lo físico a lo onírico, la tecnología se combina con lo biológico, lo pesado pasa a la ingravidez. La animación es fluida, rica, llena la vista y el universo paralelo tiene una interpretación tan libre como original:
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En suma, se trata de una película para disfrutar lentamente, para detenerse en el tiempo y admirar, con ojos abiertos, lo que la imaginación de un gran estudio nos puede brindar. Fácil de saborear, lo único que de verdad hay que hacer, es dejarse llevar. El ritmo es lento, se desenvuelve poco a poco la magia que encierra dentro. Una muy recomendada opción para los pequeños, pero nada descartable tampoco para los mayores.
