La adicción detrás de Beautiful Boy
Beautiful Boy, siempre serás mi hijo, es la nueva apuesta por el dramón de Felix van Groeningen.
Basada en hechos reales (concretamente, las autobiografías de sendos protagonistas), cuenta la historia de David (Steve Carell) y Nic Sheff (Timothée Chalamet) y cómo la familia lidia con la adicción a las drogas de este último, su hijo. Lágrimas, problemas de comunicación y recaídas constantes en una obra que trata sin ambajes el problema de la drogadicción, visto principalmente desde la óptica impotencia del padre, al que da vida de una forma maravillosa Steve Carell alejándose de sus papeles cómicos que le hicieron saltar a la fama.
La cinta tiene poco que contar, cumpliendo sus pretensiones, una historia más que correcta, unos actores sobresalientes (especialmente la nueva promesita de Hollywood Chamelet, que viene pisando fuerte con cintas como la archiconocida en círculos LGTB Call Me By Your Name) y una fotografía más que pasable. No os voy a engañar, la peli es tan sensiblera como su título. No te aportará soluciones, pero tal vez te demuestre que no todo en el mundo es negro. Y logra su objetivo, que se te escape la lagrimilla en mitad de la sala.
O te entren ganas de pegar al crío, lo que suceda antes.