Los fantasmas de España en La trinchera infinita
Dos años después del estreno de Handia, una historia que bebe directamente de la tradición vasca tradicional, el trío de realizadores conformado por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, viajan al otro extremo de nuestro país y nos traen una historia enraizada en la Andalucía profunda durante la Guerra Civil y la larga posguerra.
Andalucía 1936, tras el alzamiento y el estallido del conflicto, comienza una purga del bando sublevado respecto a los republicanos. Con este panorama, el personaje al que da vida Antonio de la Torre opta por esconderse detrás de una pared de forma provisional mientras dure el conflicto. La realidad acaba siendo otra a la esperada y tras una dura guerra, espera una larga posguerra en la que deberá escondido, con su mujer, interpretada por Belen Cuesta como único contacto con la realidad.
Al igual Bruce Wills con su personaje de Malcolm Crowe en la recordadísma El sexto sentido, el Higinio al que da vida Antonio de la Torre en La trinchera infinita es otro fantasma. Es tal la sensación de aislamiento que desprende la cinta que durante muchos momentos que te preguntas si realmente Higinio no es más que una imaginación de la propia Rosa, su mujer. Las escasas interacciones con personajes más allá de Rosa es la única guía para demostrar que Higinio sigue existiendo.
El alma de toda la película es esa decostrucción y destrucción de la relación entre dos cónyuges que se ven obligados a vivir una circunstancias nada propicias, naciendo de forma paulatina un rencor y resentimiento dónde antes había amor. La complicidad entre Cuesta y De la Torre es total y escenifican a la perfección este deterioro con unas interpretaciones muy viscerales.
La trinchera infinita es todo un homenaje a los que sufrieron el exilio interior dentro de nuestro país y a esas dos Españas que lejos de estar superadas siguen muy vigentes en este momento en la actualidad. La casualidad determinó que coincidiera la salida de los restos del dictador de su mausoleo con el estreno de la película y las reacciones iracundas demostraron que las heridas aún no están superadas y los fantasmas siguen en la habitación.
El alma de toda la película es esa decostrucción y destrucción de la relación entre dos cónyuges que se ven obligados a vivir una circunstancias nada propicias, naciendo de forma paulatina un rencor y resentimiento dónde antes había amor. La complicidad entre Cuesta y De la Torre es total y escenifican a la perfección este deterioro con unas interpretaciones muy viscerales.
La trinchera infinita es todo un homenaje a los que sufrieron el exilio interior dentro de nuestro país y a esas dos Españas que lejos de estar superadas siguen muy vigentes en este momento en la actualidad. La casualidad determinó que coincidiera la salida de los restos del dictador de su mausoleo con el estreno de la película y las reacciones iracundas demostraron que las heridas aún no están superadas y los fantasmas siguen en la habitación.
