Llega el terror con los vampiros de Bliss
Joe Begos es un director muy indie, pero desde luego, esta atípica peli de vampiros llama la atención.
Dezzy (Dora Madison) es una pintora que está sufriendo un bloqueo artístico total. La galería está a punto de retirar sus obras, el casero le reclama el alquiler y para colmo necesita terminar el cuadro que está haciendo urgentemente. La inspiración regresa tras una noche de esnifarse hasta la tierra de los maceteros, pero la verdadera orgía artística aparece tras ver a una amiga (Tru Collins) arrancarle medio cuello de un mordisco a otra tía en el baño…
Madison lleva todo el peso de la historia sobre sus hombros. Al fin y al cabo, sus interacciones con todos (desde su novio al camello) son increíblemente superficiales. Conforme avanza la película, vemos cómo la artista pierde cada vez más el control, a la vez que su horrorífica obra maestra toma forma. Una curiosidad en el cine de vampiros a la que merece la pena echarle un vistazo, aunque solo sea porque la revelación de dichos vampiros (para nosotros es obvio, para ella no y cree que son las drogas) llega en los últimos minutos del escaso metraje, y que no sabes adónde irá la trama, pues no es el clásico vampiro de cruces y alergia al sol, si no una especie de alegoría a la drogadicción.
PD: La película no racanea en sexo, orgías, sangre y casquería (la prota acaba como la mismísima Carrie), y el espectador debe tener en cuenta que el aviso previo de posibles ataques epilépticos por la visualización de ciertas imágenes (entre ellas los títulos de crédito y los viajes droguísticos) va en serio.