La títanica tarea de adaptar Narciso y Goldmundo
De Stefan Ruzowitzky, ganador del Oscar por Los falsificadores, llega la titánica tarea de adaptar una de las grandes obras de la literatura alemana.
Narciso (Jannis Niewöhner) es un joven estudiante del monasterio de Maulbronn. Un día, llega a su tutela Goldmundo (Sabin Tambrea), el hijo bastardo de un noble. Narciso es extremadamente serio, ordenado y creyente, mientras que Goldmundo es un alma libre y artística. Narciso representa el estatismo de la vida ascética, Goldmundo la vida en sí, con todas sus alegrías y penurias. La película sigue su amistad a lo largo de varios lustros, con un Narciso que se queda en el convento y se convierte en abad, y Goldmundo, que lo abandona y recorre el mundo viviendo las más variadas aventuras. Finalmente, vuelven a reunirse en el convento.
La película está bien hecha a nivel actoral y de dirección. Nos encontramos la contraposición constante de la cosmovisión de los dos personajes, que pese a su amistad, representan la dualidad del hombre. Con el fin de aumentar el espectro filosófico de la obra, la época es intencionalmente ambigua (la acción sucede en algún momento del siglo XIV, pero los personajes utilizan filosofía creada y desarrollada mucho más tarde). Por estas razones, la película se hace larga y complicada. En defensa de su director, hay que reconocer que adaptar el existencialismo alemán de Herman Hesse a la gran pantalla no es fácil. Como detallito curioso, a destacar el subtexto homoerótico y el alegato por la cultura, el multiculturalismo y la eliminación de la lucha de clases que impregna la obra, algo que le acarreó al escritor más de un problema en vida.
Una propuesta diferente a la habitual, desde luego. Desde hoy la tenéis disponible en alquiler en iTunes, Google Play, Movistar +, Orange TV, Amazon, Filmin y Vodafone.
