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Detrás de los animales: El libro de la Selva

La revolucionaria película del director Jon Favreau, El libro de la Selva (2016) fue galardonada con el Oscar a Mejores Efectos Visuales en el pasado febrero de 2017, un premio muy merecido por su fantástica técnica de CGI y la dirección de fotografía de Bill Pope.
Neel Sheti rodando una escena con el oso Baloo en El libro de la Selva (2016).
Al contrario que otras películas que hemos podido ver en la gran pantalla, en El libro de la Selva (2016) los animales y criaturas virtuales resultan ser muy naturales, sin tener esa fatídica sensación de antinaturalidad que incomoda tanto a la vista cuando vemos una cinta realizada a base de CGI con el llamado Uncanny Valley. Para los que todavía no lo sepan, el CGI se trata de una técnica denominada Computer Generated Imagery para crear escenas a través del ordenador, los actores sólo tienen que actuar delante de una pantalla azul (verde en los comienzos de la técnica) y durante el proceso de producción se crea todo lo necesario para la película, decorados, animales, atmósferas, climatología, etc...
Fotografías promocionales de la película El Libro de la Selva realizadas por Walt Disney Pictures.
La producción del largometraje le ha costado a Walt Disney Pictures un desembolso de 175 millones de dólares, un presupuesto tres veces menor al que hubiese costado de haber sido rodada en una jungla de verdad, sin mencionar el impacto medioambiental que esto hubiese supuesto. Inspirada en los relatos de El libro de las tierras vírgenes de Rudyard Kipling la historia de Mowgli es la de un niño perdido en la selva al que acogen los animales con los brazos abiertos, especialmente la manada de lobos gobernada por Akela. Sin embargo tras un enfrentamiento con el tigre Shere Khan, Mowgli huye y acaba descubriendo un sin fin de animales que le ayudarán en sus aventuras, todo ello bajo la protección de la pantera Bagheera, interpretada por Ben Kingsley.

Para la película de imagen real se diseñaron más de 70 especies de animales diferentes y se asumió el reto de la animación de las bocas de las criaturas al hablar, reto que tenía que ser capaz de diferenciar el comportamiento de cada especie animal, así como la edad de cada personaje: no es lo mismo que hable un cachorro, normalmente juguetón e inocente a que lo haga un adulto, el cual es consciente de la seriedad de sus palabras y del peligro de cada situación. Para lograr todo esto podemos observar cómo los animales adultos abren menos la boca y tienen un semblante más serio, pues la cámara está un poco elevada para que el hocico del animal le tape parte de la boca, gesto que también ayuda a evitar gesticulaciones antropomórficas en la fauna.
Diseño de la apariencia de los mono según su tamaño y su especie. El libro de la Selva (2016)
Para dar mas realismo a los animales, el equipo de Adam Valdez inventó una nueva técnica para animar la musculatura de los animales, especialmente para el amenazante tigre Shere Kahn que atemoriza nada más entrar en escena. También se estudió cada especie animal al milímetro: movimientos, gestos, habilidades, comportamientos, etc... para que fuesen animales y no criaturas fantásticas con la capacidad de hablar. Otro gran detalle es la texturización de bestias, las cuales no se muestran aseadas como si estuvieran en un circo sino, con las patas manchadas de barro, cicatrices, suciedad en los dientes, pelo largo y enredado, sangre después de la caza... todo estudiado para ser fiel a la vida en la jungla. La única licencia que se tomó el director de efectos visuales, Adam Valdez, fue el aumento del tamaño de los animales para provocar al espectador la sensación de que Mowgli era un cachorro y no un medio-adolescente, ya que Neel Sethi tenía 12 años.
Rodaje de la escena en el río con Baloo. El libro de la Selva (2016)
La pantalla azul es muy práctica porque sólo hay que realizar el diseño por ordenador, preparar el decorado donde actuarán los actores con tonos azules e introducir las coordenadas de los puntos estratégicos. ¿Veis los puntos rojos de la imagen de cómo se rodó la escena del río? Unas simples coordenadas bien estudiadas y las cajas azules se convierten en una selva. Aunque parece sencillo es un técnica que tiene detrás el trabajo de cientos de personas. Para haceros una idea, un usuario con un ordenador de gama alta tardaría 40 horas en renderizar un frame de la película y, cada segundo de película necesita 24 frames. Al estar pensada para gafas 3D se necesita un frame para cada ojo, así que se duplican los frames necesarios para cada segundo de película, es decir, 48 frames por segundo. Al tener la película 1h y y 36min estamos hablando de 5760 segundos de película que se trasforman en 276480 frames, que se traducen en 460800 días de renderizado ¡unos 1262 años de trabajo para un ordenador! Afortunadamente los medios de computación de Walt Disney Pictures están fuera de serie y con ayuda de los programas 3DMaya de Autodesk y RenderMan creado por Pixar el tiempo se reduce en unos miles de años menos.
Proceso de animación de los animales de El Libro de la Selva de Jon Favreau.
Si os ha gustado conocer más sobre cómo se realizó la película y la técnica de CGI para crear animales hiperrealistas, os recomentamos el siguiente vídeo donde podréis ver cómo el pequeño Neel Sethi tuvo que rodar con animales de cartón azules, caretas de lobo blancas y personas embutidas en trajes de latex ¡Todo muy curioso!



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