Frozen II: El tren perdido para Disney
Frozen: El reino de hielo supuso todo un éxito inesperado para Disney, convirtiendo su canción Let it go en un hit global, ganando por fin el ansiado Oscar a Mejor Película animada (los anteriores premios de Disney los había ganado Pixar) y logrando de forma instantánea la etiqueta de clásico.
Desde Tarzan en 1999, Disney no se apuntaba un éxito tan rotundo, un triunfo de otra época que recortaba a otros momentos de mayor esplendor del estudio. Frozen dominó la conversación cultural durante muchos meses después de su estreno, incluso la navidad siguiente, la de 2014, los juguetes de Frozen estaban en todas las cartas a Papá Noel y los Reyes Magos, siendo las estrellas de las listas las dos muñecas de las protagonistas Elsa y Anna. Si, además de ser un éxito, Frozen tenía dos muñecas que vender, la jugada era redonda.
Con este panorama, Disney autorizó una secuela de la película, una medida extraordinaria que apenas se ha visto en la compañía. Al revés que Pixar, Disney historicamente ha sido muy recelosa ha producir secuelas con la firma Walt Disney Animation, así ha sido tradición que las secuelas fueran realizadas por filiales y lanzadas directamente a vídeo , lo que en la práctica significaba que quedaban fuera del listado oficial de clásicos Disney y que eran productos menores. Hasta 2019 sólo Los rescatadores en cangurolandía, Fantasía 2000 y Ralph rompe internet eran las secuelas oficiales de la compañía del ratón. Como se puede observar ninguno de sus títulos más importantes había adquirido tal honor, hasta la fecha.
Y durante estos seis años, aparte de ocupar un lugar destacado en la cultura pop de la década, siendo junto a los minions la marca más reconocible de la animación, empezaron a surgir rumores sobre la posibilidad de que Elsa tuviera una novia. En la primavera de 2016 la campaña #giveelsaagirlfriend (dadle a Elsa una novia en castellano) se convirtió en tendencia. Había un cierto run run que sobrevolaba el ambiente de la producción sobre si Disney iba a crear su primer personaje abiertamente homosexual. Las piezas parecían encajar, Elsa se había convertido en una reina en solitario al final de la primera entrega y en cierto modo, Frozen jugaba a reinterpretar los esquemas clásicos del amor romántico vistos en las cuentos de princesas.
Lo que ha ocurrido con Frozen II es de sobra conocido (ojo spoilers de Frozen II a partir de este punto), los intereses románticos de Elsa han sido obviados de nuevo en esta película, descansando esa parte de la trama en el personaje de Anna,exactamente igual que en la primera parte. Y por mucho que se haya creado una burbuja sobre que podían explorar esa trama en Elsa, por desgracia, cuesta creer que ese asunto estuviera realmente sobre la mesa de producción. Actualmente, el tema de la homosexualidad es muy controvertido en buena parte del mundo y especialmente, por los intereses de Disney, en EEUU. Es un asunto que polariza a la sociedad y lo último que le puede interesar a la compañía del ratón es un boicot de gran parte de la población a su cinta. Teniendo un éxito asegurado en pantalla y una marca que no se asocia en ninguna polémica, debieron pensar que lo más lógico era no tomar ningún partido.
Ser valiente en muchas ocasiones , como canta Sabina en noche de bodas, sale muy caro y ya sea por temor o por principios, Disney no ha decidido dar el paso. Y volvemos al mismo escenario que hemos vivido en los últimos tiempos con todos los blockbuster dónde cada vez que ha habido un atisbo de mostrar una relación diferente a lo heteronormativo, se ha quedado todo en buenas intenciones pero ningún hecho. En este extremo especialmente sangrante es el tema de Dumbledore en la saga Animales Fantásticos. Y así pasan los años, los lustros, las décadas y sigue sin haber un referente del colectivo LGTBI para las nuevas generaciones, que puedan ver en pantalla que es algo natural. Seguramente nunca sabremos si pesó más en Disney el temor a un hipotético boicot o que realmente por convicción no querían darle ningún tipo de interés amoroso a Elsa, lo que queda claro que ha sido una ocasión de oro perdida.
Al final de Frozen II el reino de Arendelle pasa de estar gobernado por Anna y su prometido Kristoff, restaurando la normalidad clásica de los cuentos Disney y acabando con el reinado de una reina en solitario. Mientras Elsa vive feliz en los bosques y los fans ya reclaman #giveelsaagirlfriend para la tercera entrega. Pero eso ya, es otro cuento.
Lo que ha ocurrido con Frozen II es de sobra conocido (ojo spoilers de Frozen II a partir de este punto), los intereses románticos de Elsa han sido obviados de nuevo en esta película, descansando esa parte de la trama en el personaje de Anna,exactamente igual que en la primera parte. Y por mucho que se haya creado una burbuja sobre que podían explorar esa trama en Elsa, por desgracia, cuesta creer que ese asunto estuviera realmente sobre la mesa de producción. Actualmente, el tema de la homosexualidad es muy controvertido en buena parte del mundo y especialmente, por los intereses de Disney, en EEUU. Es un asunto que polariza a la sociedad y lo último que le puede interesar a la compañía del ratón es un boicot de gran parte de la población a su cinta. Teniendo un éxito asegurado en pantalla y una marca que no se asocia en ninguna polémica, debieron pensar que lo más lógico era no tomar ningún partido.
Ser valiente en muchas ocasiones , como canta Sabina en noche de bodas, sale muy caro y ya sea por temor o por principios, Disney no ha decidido dar el paso. Y volvemos al mismo escenario que hemos vivido en los últimos tiempos con todos los blockbuster dónde cada vez que ha habido un atisbo de mostrar una relación diferente a lo heteronormativo, se ha quedado todo en buenas intenciones pero ningún hecho. En este extremo especialmente sangrante es el tema de Dumbledore en la saga Animales Fantásticos. Y así pasan los años, los lustros, las décadas y sigue sin haber un referente del colectivo LGTBI para las nuevas generaciones, que puedan ver en pantalla que es algo natural. Seguramente nunca sabremos si pesó más en Disney el temor a un hipotético boicot o que realmente por convicción no querían darle ningún tipo de interés amoroso a Elsa, lo que queda claro que ha sido una ocasión de oro perdida.
Al final de Frozen II el reino de Arendelle pasa de estar gobernado por Anna y su prometido Kristoff, restaurando la normalidad clásica de los cuentos Disney y acabando con el reinado de una reina en solitario. Mientras Elsa vive feliz en los bosques y los fans ya reclaman #giveelsaagirlfriend para la tercera entrega. Pero eso ya, es otro cuento.